A rouquidão e os lábios famintos também se gastaram... Restou o silêncio.
Mas, mesmo no silêncio, os Gritos seguiam com seu eco.
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Con el paso de los días, los Gritos y lo suave de las frases se gastaron... Quedó la ronquera.
La ronquera y los labios de hambre se gastaron también... Quedó el silencio.
Pero en el silencio mismo, los Gritos seguían con su eco.
Foto: Soha Jaramillo/Texto: Igor Brasa
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